Una de las cosas de las cuales la efectividad de una lectura astrológica depende, es de nuestra comprensión sobre los símbolos. Cuando hay confusión al respecto, toman lugar desaciertos, fueran estos grandes o pequeños dependiendo de la magnitud de la confusión. No todo ha sido descubierto, desde luego, pero dejemos aquí un marco de referencia que le permitirá al alumno aislar «significaciones» específicas en uno u otro signo o en uno u otro planeta con base en un marco comparativo constituido de relaciones tesis-antítesis, es decir, de significados directamente contrarios u opuestos, como tendieron a hacerlo también los astrólogos de la Antigüedad (entre ellos, Retorio).
La luna es la antítesis del sol, pues mientras que el sol es sinónimo de energía lumínica (día), la luna de energía química (noche). En este sentido, el sol produce calor, mientras la luna produce frío. El primero es cardíaco y vascular; la segunda, endocrina y linfática. El primero es vital; la segunda, patógena. El sol representa al hombre o al rey; la luna, a la mujer o la reina. La relación tesis-antítesis entre el sol y la luna podría representarse del mismo modo en que representamos o ilustramos algunos enlaces físicos o químicos: «activo-pasivo», «calor-frío», «expansión-contracción».
La antítesis de las luminarias valoradas en conjunto es Saturno, el cual, además, tiene su domicilio en los signos diametralmente opuestos a las luminarias, es decir, a Cáncer (Capricornio) y a Leo (Acuario). A propósito, véase Retorio (Compendium, 8).
Esta relación tesis-antítesis podría resultar aún más clara que la anterior, pues mientras que Marte representa la agresión y la perturbación, Venus la diplomacia y la armonía, respectivamente; mientras Marte representa la muerte, Venus la vida; mientras Marte representa el pene, Venus la vagina. En suma, el primero representa todo cuanto sea primitivo o rústico, mientras la segunda, por su parte, todo cuanto sea sofisticado y engendre belleza y sentido estético, refinamiento y elegancia. Como podremos advertir, uno excluye todo aquello que pueda representar o sugerir el otro, es decir, cada uno es naturalmente incapaz de producir aquello que el otro es naturalmente capaz de producir o engendrar, promover o provocar. Expuesto de otra manera, mientras que el sol y la luna sí podrían compartir contenidos (es decir, ser algo así como «interchangeably»), Marte y Venus no, pues resultan naturalmente excluyentes entre sí, casi como el agua y el aceite. Por ejemplo: la luna puede ser tan real (realeza) como el sol e, incluso, tan cognitiva como él, tan apasionada como él, y ambos proporcionan luz, así sea que la segunda lo haga indirectamente (refleja luz lumínica). En cambio, Marte jamás podrá representar armonía alguna ni Venus la guerra. Dicho en inglés: Venus cannot signify disturbance and war any more than Mars can signify harmony and diplomacy.
Júpiter representa al litigante o juez que observa el espíritu de la ley más que la ley (su tenor literal). De ahí que este sea un filósofo del Derecho, un jurista, mientras Saturno un fiscal o litigante o un juez a quien le preocupa más conservar la integridad del cuerpo legal que su espíritu, es decir, que el concepto o planteamiento moral que lo inspiró. El primero es un ensayista o crítico literario; el segundo, un legislador o exégeta. El primero es el Derecho; el segundo, el cuerpo legal que contiene todas las normas del Estado, pues mientras el primero representa la sociedad en su conjunto, el segundo el gobierno o el Estado mismo. El primero representa a Dios o el cosmos o el universo, los arcángeles o líderes celestiales, el mismísimo Empíreo; el segundo, el diablo y el infierno y asimismo el oscurantismo. En este sentido, mientras Saturno funge de entidad contraria a las luminarias, Júpiter su aliado. De aquí que una conjunción entre las luminarias y Júpiter o entre una de ellas y Júpiter resulte particularmente favorable, a diferencia de entre ellas o una de ellas y Saturno, del mismo modo en que, a propósito de lo que en química conocemos como enlaces covalentes, la diferencia entre los átomos debe ser menor a 1.7, es decir, deben compartir dos o más pares electrónicos a los fines de hacer click (de formar un orbital molecular), pues los enlaces covalentes se producen entre átomos del mismo elemento.
Si el domicilio constituye la dignidad del cuerpo celeste en cuestión, es decir, allí donde se halla capacitado o empoderado, facultado o con potestad para producir lo que le es propio o natural e inherente, el punto diametralmente opuesto de la circunferencia (que llamamos Zodíaco o eclíptica) constituye entonces su exilio, sin con ello querer decir que se halla debilitado, necesariamente (como sucede con la caída, es decir, con el punto diametralmente opuesto al punto donde el cuerpo alcanza su exaltación), pues sabemos que Marte en Tauro produce un labrador, es decir, aquel que es laborioso, en fin, un trabajador casi tan incansable como Marte en Capricornio; que Mercurio en Sagitario produce críticos literarios y lectores sagaces, incluso buenos lectores astrológicos, del mismo modo en que Júpiter en Géminis, incluso, físicos teóricos. También que la luna en Capricornio es particularmente responsable, diligente, incapaz de violar la norma, del mismo modo en que Saturno en Leo produce líderes políticos y empresariales y el sol en Acuario líderes humanitarios o sindicales y entes originales, así como Venus en Aries puede ser artística sobremanera. De ahí que los antiguos no consideraran el signo opuesto al del domicilio una debilidad tanto como una cuestión simplemente contraria u opuesta e, incluso, quizás complementaria (véase Brennan, C. 2017. Hellenistic Astrology. págs. 249-252). En cambio… las caídas sí constituyen una debilidad solemne para el planeta en cuestión, del mismo modo en que la exaltación una dignidad.
El sol en Libra no cuenta con fuerza alguna, careciendo de voluntad y valentía, confundiendo cobardía con diplomacia. Mercurio, por su parte, se ahoga en Piscis, donde las transmisiones sinápticas o neuronales se ven afectadas, a diferencia de en Géminis y en Virgo, y Venus en Virgo, a diferencia de en Piscis, pierde el éter que inspira sus creaciones, tornándose particularmente técnica o ingenieril (no encarna la idea sino el método o la metodología necesaria para representarla). Marte en Cáncer, a su turno, carece, como el sol en Libra, también de pulso e ímpetu, espíritu y energía: su voluntad se halla diluida o menoscabada, debilitada. Por último, Saturno en Aries podría tornarse particularmente irresponsable o egoísta, antisocial en términos clínicos e, incluso, violento o psicótico.
Nótese que el lenguaje de los astros es un lenguaje alegórico y nada transmite mejor los significados que el mundo entraña que la alegoría, pues va más allá de lo que la palabra alcanza a describir. Presentado de otra manera, mientras la palabra podría ser representada por Virgo y sus estructuras o composiciones (pensamiento lógico o lineal), la idea o el símbolo por Sagitario y Piscis y sus conjuntos (pensamiento sintético o global). El inmaculado Virgo proporciona el método, mientras los signos del célico Júpiter la idea (Sagitario es filosófico) y la imagen (Piscis es un signo visual sobremanera). Se trata de una relación complementaria entre el lenguaje literal o matemático y el alegórico, es decir, ENTRE LA LÓGICA Y LA MAGIA.
DAVID BUSTAMANTE SEGOVIA
PEDAGOGO, TRADUCTOR, ASTRÓLOGO
AUTOR: TEXTOS DE ASTROLOGÍA RACIONAL (2019)
Autor: David Bustamante Segovia
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